¡Feliz feriado mis queridos lectores!
Casi un mes desde que no escribo y volver hacerlo me tiene muy emocionada porque de hoy en adelante contaré lo increíble que fue conocer Europa durante el invierno. Con un presupuesto modesto y unas ganas inmensas de conocer el mundo resolvimos, junto con mi novio, hacer un viaje de casi un mes por el oriente del viejo continente.
Viajar entre países de Europa es fácil y mucho más desde que nos quitaron la visa Schengen porque tenemos poca restricción. Desde ese día lo más importante es decidir a dónde llegar y desde dónde volver. Madrid, en esta ocasión, fue la mejor elección porque fue un viaje planeado en pocos días y este destino tiene un vuelo directo, económico y frecuente.
Tuvimos menos de 48 horas para conocer la ciudad pero bastaron para conocer el por qué tanta gente quiere conocerla. El centro de Madrid, donde se encuentran la mayoría de cosas que hay para conocer, está a casi 45 minutos en metro desde el aeropuerto y la mejor forma de conocerlo es caminando porque las distancias son cortas y las calles preciosas.
Para perderse comprando ropa el mejor recomendado es la Gran vía y para consentir el paladar, por supuesto, la paella.
Les escribo pronto para mostrarles Praga 🙂